que has decidido enviarme uno de tus espíritus!
indeciso de hacerlo al contemplar mi pobre deber,
para administrar tu descendencia lleno de ímpetu.
Como navío náufrago del opulento mar,
estaba mi esencia opacada de maldad,
mas tú allí estabas, ¡oh aroma perenne de inspiración lozana!
para guiarme a tu fuente, a beber de tu agua,
convertirme en el que soy, la alegría del mañana.
Comunícale a nuestra abogada que efectiva es,
su finísima petición agradable a tus sentidos fue,
¡cuán admirable es su generosa intercesión,
digna de agradecimiento, ejemplo de oblación!
Quien tú me ofreces mi mejor clase será,
causa de mis más insondables motivaciones,
magnánimo árbol que al desierto vida dará,
¡un concierto de interminables canciones!
La ansiedad ahora secuestra mi ser,
al saber que seré el elegido administrador,
de las penas y glorias que se van a encender,
en tal criatura de misterio embriagador.
Aun así ahí estarás,
cuidando a quien tú bien amarás,
junto a los padres cuyo niño estremece,
es esa excelsa flor bajo el cielo celeste.
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