La ausencia prolongada del mensaje,
la nulidad impía de los gestos,la mirada en el glorioso paisaje,
evitando tristemente los besos.
El frío pensamiento se enmaraña
dentro de los sentimientos expuestos,
el rampante nihilismo que entraña,
los muy malditos amores bisiestos.
¿Qué sucede con el febril abrazo
cuando en la noche cansado me acuesto?
¿Deambulan ahora aquellos brazos
en lugares lúgubres y funestos?
Te imploro contrito retomar
para cumplir los momentos pospuestos,
con la convicción de abandonar
los muy malditos amores bisiestos.
Vivifiquemos el plácido antaño
de los consejos abiertos y honestos,
que sabios como en pretéritos años,
reparaban caminos descompuestos.
Recordemos la intensa plusvalía
de los sublimes romances intensos,
¡eliminemos los penosos días,
los muy malditos amores bisiestos!
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