Panorámica de Neiva Crédito imagen |
Existe una mujer húmeda, a quien abrazan cálidamente las montañas mientras se ducha en el majestuoso Magdalena bajo la complacencia del sol ardiente. De piel verde, brota generosamente vida en sus dominios.
Muchas son sus propiedades. Es dueña de palacios góticos de Inmaculadas Concepciones, templos con pisos de ladrillo, paredes en tapia pisada y techos de madera, castillos de arte mudéjar, lugares que emanan melodías y mágicos jardines donde se divierte con seres mitológicos.
Adorna su contorno con potros que observan con altivez el firmamento, ardientes llamas, enérgicas indígenas, rabo de gallo, sombrero suaceño, pollerines y figuras sanjuaneras. Sus aretes son guaduales y una luna roja su collar.
Su descendencia se regocija haciendo parir la tierra y arreando animales. Sus otros hijos crean con las manos en la arcilla, marchan con el sudor en el rostro vendiendo productos y hacen de la laboriosidad una imperante virtud.
Honra a lavanderas, comuneros, vendedores informales, constructores, pescadores, a Pachamama, a los caballos, a su música, a damas urbanas y hombres campesinos. A su hermana asiática le construyó un domo como símbolo de amor.
Prepara magistralmente arepas, asado de cerdo, bizcochos, bizcochuelos, chicha de maíz, insulsos, mistela, tamales y zurumba; hipnotizando paladares y olfatos. Se enorgullece de su tilapia, del oloroso café.
Su momento más sublime es el abandono en la majestuosidad de su festival. Sus alpargatas besan el caliente asfalto al bambuquear con sus coloridas comparsas. Danza armónicamente, sus labios se curvean y su corazón se altera al contemplar la gente batiendo los ponchos y sombreros. Su cuerpo hierbe ante el descenso del aguardiente por su pecho.
Ondea su amplia falda al ritmo de bambucos y entona rajaleñas con su voz melodiosa. Sus habilidosos dedos acarician las cuerdas del tiple, el obelisco de la marrana, las semillas del chucho y las cañas de la esterilla. Hace vibrar el cuero de la tambora para deleite de sus oídos.
Su sabiduría crece con Jorge Villamil, Olegario Rivera, Rafael Cortés y los sabios maestros surcolombianos. Asiste a teatro con Pigoanza y recorre con asombro de niña obras maestras de arte moderno y arqueológico.
Monumento a la Gaitana, Neiva Crédito imagen |
Devela su condición humana en las perennes letras de Antonio Iriarte, Betuel Bonilla, Esmir Garcés, Gerardo Meneses, José Eustasio Rivera, Miguel de León, Olga Tony Vidales y Winston Morales.
Toda ella es Neiva y hoy celebra jubilosa su aniversario. Bendita sea, generosa y acogedora llanura, porque de su fuente bebemos quienes habitamos alegres y orgullosos en su territorio.
Maravillosa Descripción,Felicidades !!
ResponderBorrar¡Muchísimas gracias por tu lectura y comentario!
Borrar