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En la escasez del aire
agonizan los enfermos, acompañados de soledad
y gestos de impotencia.
Llenos de bondad,
médicos y enfermeras
cubren sus cuerpos
con limitadas prendas.
El abrazo de las paredes
desconfigura las mentes,
liberando un hondo temor
de desespero permanente.
El dinero es incierto,
la comida desaparece,
el comerciante anhela a sus clientes,
el estudiante a los docentes.
Mas brilla en nuestra especie
una esperanza fundada
del creyente en su fe,
del científico en su razón,
del ciudadano en su altruismo.
Es la resiliencia
aquel enceguecedor destello
que se expande como el universo
en este coyuntural cielo de miserias.
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