hoy plácidos caminos se iluminan.
Ayer sentía la punzante espina,
ninguna dirección me dirigía.
¡Qué doloroso y débil era mi cuerpo
a quien cuán perdida alma sostenía!
Con inmensurable esfuerzo entendía
el complejo nihilismo de la vida.
(...)
¡Bien has llegado, excelsa compañía!
Crece esta incontenible plusvalía
al sentir tu apacible mano guía.
Es aquella la divina adoración
que alienta, esperanza y vivifica:
que alienta, esperanza y vivifica:
porque maestro soy...¡oh dicha infinita!
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