De aquel semblante marcado y moreno,
desbórdase doliente y acerba lágrima,
ante el mortuorio y macilento cuerpo
de la mujer de ayer, de hoy,
del olvido del mañana.
Espejados los ojos de la inclinada mirada,
se extravían en la nada del adiós permanente:
¿Qué tumulto de amor podrá jamás colmar
este silencio agudo y vehemente?
Fuiste ser a quien brindé,
profundas e intensas veneraciones,
omnipresente que caminaba entre nostálgicas canciones,
entonando los acordes marchitos de ilusiones.
Llana, desvaída y pálida permanece
la figura a quien encierro febril en los brazos,
trasladándome así desesperación que enaltece:
En el amor véase Dios tejiendo complejos trazos.
Desemboca historia de Edit en opulento mar,
piérdase aquí la impetuosa paradoja del amar,
aléjese ella, permítase al cielo que ande,
¡porque nuestro amor al mundo ha quedado cuán grande!
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