Ánimos explícitos ciñen el bulbo del fruto,
donde el que ve, se pierde en su miradade entender la patente naturaleza de aflicción,
concentrando su espíritu en la flor inacabada.
Admiras la inmensidad celestial de su huerto,
reúnes las liliáceas del silencio,
poco intelegible imagen del campesino,
de abandonarlo, de dejarlo en el camino.
Sólido y viciado: continúas
recorriendo infértiles suelos de la tierra.
¡Dichoso el que vive, paz en su guarida,
cuchillo bendito, libere amarguras de su vida!
Hoja plateada, cortante y delicada:
¡cubres tu arista con tan admirada inteligencia!
"¡Ah de aquellos ilusorios!
¡Ah de aquellos que envenenan!
¡Ah virtuosos los cortantes,
¡cubres tu arista con tan admirada inteligencia!
"¡Ah de aquellos ilusorios!
¡Ah de aquellos que envenenan!
¡Ah virtuosos los cortantes,
que con su punta nos liberan!"
Confuso se instaura en el comienzo,
sus liliáceas demandan al silencio.
¿Es aquel bendito que al fruto liberó?
¿Es aquél plateado que a la cebolla ilusionó?
Ánimos implícitos ciñen el bulbo del fruto,
donde el que rebana, entiende su mirada.
¡No es la cebolla causante de las lágrimas!
¡Es el cuchillo, es la flor inacabada!
Confuso se instaura en el comienzo,
sus liliáceas demandan al silencio.
¿Es aquel bendito que al fruto liberó?
¿Es aquél plateado que a la cebolla ilusionó?
Ánimos implícitos ciñen el bulbo del fruto,
donde el que rebana, entiende su mirada.
¡No es la cebolla causante de las lágrimas!
¡Es el cuchillo, es la flor inacabada!
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