Ir al contenido principal

Nosotros

“Verdaderamente admirable es que en este magnánimo y desconocido universo, del cual mi primitiva y ciega concepción aun no concibe totalmente, exista la holística unión de dos destinos, de dos seres en un “Nosotros”. Es del común decir que a eso le llaman “El amor” como si estuviese allá, separado de “Nosotros”, inalcanzable de todo esfuerzo humano. Pues “el amor” es “Nosotros” porque tú y yo le damos sentido y vida. Es por esta razón que “El amor” no nos decepciona a “Nosotros”, somos “Nosotros” quienes decepcionamos al amor. Pues en tan singular armonía, enlazamos nuestros “yos” y, como expresado por el francés escritor, no nos miramos el uno al otro, sino juntos hacia una misma dirección. Es esta una unión llena de aciertos y dificultades, pues “Nosotros” se manifiesta en la tristeza y en la felicidad, en el dolor y en el alivio, en la vida e incluso en la muerte. “Nosotros” nos permite descubrir al otro, como en una interminable adivinanza en eterno presente continuo, y a descubrirnos a nosotros mismos, pues en ocasiones ‘yo soy’ en la medida en que ‘tú me defines’. ¿Cómo es posible, que de múltiples conciencias iridiscentes que divagan en el cosmos, seamos precisamente tú y yo un conjugado mar de existencia, un bello “Nosotros”?

Creo que te amo porque no he terminado de conocerte, de admirarte, de sorprenderme de tus acciones, y creo que nunca finalizaré de hacerlo. O quizás cuando mi agigantado orgullo me subyugue y crea que totalmente te conoce, dejará mi voluntad de admirarte y de amarte. Es mi deber luchar constantemente con él para el bien de “Nosotros”. Porque “Nosotros” es un plural singularmente bello. Pues, ¿Qué sentido tiene conocer la totalidad del otro para amarlo? Es “Nosotros” un laberinto de interminables proporciones, cuya salida, que nosotros mismos construimos basados en la razón y el orgullo, constituye el desafortunado fin de su esencia. Por eso, mi voluntad es cada día descubrirte, ser humilde y levantarme cada mañana bajo los acariciadores rayos del sol y preguntarte… ¿Qué develaré hoy de ti? Es sumergirme en ese misterio desde la neonata mañana hasta el arrugado crespúsculo. Deseo que cada día sea uno de conquista, de tu ser, de tu alma, y de tu vida. Quiero eso, nunca terminar de entenderte ni de descubrirte para siempre poder venerarte. Permitir que nuestras fibras luminosas se tejan en interminable camino, desconocido para los dos, el cual, como el poeta, iremos construyendo al andar.”



Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Un trío

Recuerdo haber visto a Andrés por primera vez en el Santa Lucía Plaza cuando acompañaba a Nicolás, mi exesposo, a sus clases de arte. Lo saludaba de manera breve, desinteresada, con una mirada fugaz. Lo hacía porque sabía que era un colega. No terminanos en la misma promoción pero ambos éramos egresados de la misma universidad. Digo exesposo porque en medio de la desazón causada por el Covid-19 en 2020, atravesé por una profunda crisis matrimonial que desembocó en el divorcio. Vendimos la casa donde vivíamos y llegamos a un acuerdo con Nicolás para la custodia y visitas de los niños. Yo creía profundamente, como cristiana que soy, en la perennidad del matrimonio. Debo confesar que la separación me consumió en una aguda tristeza. Intenté superar mi aflicción con John, un publicista, pero no funcionó. Tuve constantes conflictos con él. Tenía 36 años y aún no había ejercido mi profesión. Vivía en la tradicionalidad del hogar, a cargo de mis hijos y administrando la escuela de artes de Nic

Paquita

¿1993? - 17 de octubre de 2024 Cuando llegó a nuestra casa, por allá en 1993 si la memoria no me traiciona, como suele hacerlo, no sabíamos si era macho o hembra. Le decíamos Paco, Paquito, Paca, Paquita…Concluimos, luego de más de 30 años que vivió con nosotros, y con un método que de científico no tenía nada, que era hembra por una particular razón: su poca empatía cuando se le acercaban las mujeres o cuando una mujer acariciaba a un hombre de la casa. Irónicamente, como suele ser la vida, quienes más la atendían era mamá y mi hermana. Con los hombres de la casa era feliz y permanecía complacida. Papá y mi hermano la llevaban a la sala y la hacían reposar en sus hombros o vientres hasta que la devolvían a su jaula cuando su sistema digestivo hacía de las suyas y les manchaba la ropa. Era extremadamente consentida, así como nos tiene acostumbrados mamá. No comía nada que no fuera preparado por ella, pues estaba profundamente enamorada de su sazón. Cuando pedíamos domicilios los doming

El parto

Los meses de su embarazo no fueron fáciles. Los malestares en su cuerpo hicieron que su experiencia fuera algo traumático. Pero faltaba poco y estaba dispuesta a salir victoriosa para que muchos, incluso los más desagradecidos, pudiesen beneficiarse. Momentos antes de dar a luz, entró en un vaivén de emociones. Recordó los males de los que había sido víctima y no le parecía justo que le hubiera pasado eso a alguien tan buena. Hizo memoria de sus aguas oscuras, de los químicos que recorrían sus venas, del humo que inundaba su aire, de los plásticos que flotaban en las piscinas de su casa, de sus mártires y de muchas otras dolencias. Esto la entristeció y su excesivo llanto inundó los campos. El panorama lucía desolador, pero no se le pasó por la cabeza la posibilidad de abortar. Sabía que era resiliente y aguardaba con fortaleza el momento de parir. Era consciente de que si ella y su descendencia fallecían, se crearía un devastador efecto dominó. Logró superar sus dificultades gracias a