La ausencia prolongada del mensaje, la nulidad impía de los gestos, la mirada en el glorioso paisaje, evitando tristemente los besos. El frío pensamiento se enmaraña dentro de los sentimientos expuestos, el rampante nihilismo que entraña, los muy malditos amores bisiestos. ¿Qué sucede con el febril abrazo cuando en la noche cansado me acuesto? ¿Deambulan ahora aquellos brazos en lugares lúgubres y funestos? Te imploro contrito retomar para cumplir los momentos pospuestos, con la convicción de abandonar los muy malditos amores bisiestos. Vivifiquemos el plácido antaño de los consejos abiertos y honestos, que sabios como en pretéritos años, reparaban caminos descompuestos. Recordemos la intensa plusvalía de los sublimes romances intensos, ¡eliminemos los penosos días, los muy malditos amores bisiestos!
Blog de historias cortas y poemas