Mandala - María Victoria Carvajal Hoyos Allí yacíamos, atraídos por la suavidad de nuestros pétalos, como admirando la superficial condición en la embriaguez del ardiente sentimiento. Recorriste con tus manos acanaladas mis estambres, anteras y filamentos; esparciendo mi dulce polen en la nevosa geografía de tu cuerpo. Caminé cuan ansioso baquiano por el sendero de tu estrecho pistilo, atado sin remedio a la cárcel de tu estigma, mas descendiendo gozoso por el túnel de tu estilo. …Y contemplando infantiles utopías, deseamos consumar tal plusvalía en el futuro anhelo de una semilla. Así, abrazamos al capullo de la descendencia con vigorosos sépalos, rodeándolo en el encumbrado cáliz de la caridad filial. Pero en el pedúnculo, inútiles fueron las espinas ante el ataque del infeccioso orgullo a nuestra savia. Nos marchitamos sin que fotosíntesis alguna aliviara las miserias. Ese fue nuestro amor: una flor imperfecta, inacabada. Aquella que germinó el frut
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