En la víspera del natalicio del maestro Jesús, Andrés tomó unos cuernos de juguete y los hizo reposar sobre la cabeza de Daniela, su adinerada novia.
– ¿Quieres que esta noche sea tu reno para que te haga volar cerca de las estrellas? – le preguntó sugestivamente la mujer mientras se mordía sus labios y le acariciaba la barba.
– ¡Lo de las estrellas es nuevo; pero lo der mi reno, no! – le contestó sonriendo – Feliz Navidad, mi amor.
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