Doña Eloísa invitó a sus vecinos a rezar la novena de Aguinaldos porque había preparado unos buñuelos. Fueron doña Ermilda, doña Estela y Eduardo, un estudiante universitario. Terminados los cantos y rezos, la señora los repartió.
- ¡Qué sabrosos! - exclamó doña Ermilda - ¿Los preparó usted, doña Eloísa?
La anfitriona sonrió y movió la cabeza de arriba hacia abajo.
- ¡Tiene que darme la receta! - complementó doña Estela.
Eduardo, que por poco se parte los dientes al morderlos, no sabía si a la visita la invadía la hipocresía o si todo era un acto intencional.
- ¿Y a usted qué tal le parecieron, mijo? - preguntó doña Eloísa.
- Muy útiles, ya que una nueva jornada de protestas se acerca - replicó el joven.
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