Batalla exprés


Los bandos enemigos, ante la desgastante situación, habían acordado la tregua final de manera clandestina.

– ¡Fuego! – Gritó el general.

El otro oficial dio la misma orden simultáneamente.

Ya estaba definido quiénes accionarían los gatillos. Los dos disparos viajaron por el firmamento y cumplieron su cometido. Los cuerpos de los generales yacían en el lodo con un orificio en sus cabezas.

Los soldados se retiraron sin mediar palabra. La guerra había terminado.

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