Francia empató el partido y la copa se definiría en la tanda de penales. Entonces los creyentes empezaron a invocarlo con más fervor. Esto lo sumergió en un profundo dilema. ¿A quién apoyaría? Analizó varias variables: cantidad y gravedad de pecados, buenas acciones, amor al prójimo...todo muy parejo. No supo qué hacer.
Los penales fueron favorables a Argentina.
– ¡Definitivamente sos argentino! – gritaron eufóricos los sudamericanos mientras miraban al firmamento.
– No era su voluntad…– dijeron los europeos cabizbajos y resignados.
Nadie lo odió. Ganó por lado y lado, como siempre.
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