Alzheimer


La tarde en que no sabías lo que buscabas fue extraña. Te acurrucaste, miraste en todas partes, pero tu esfuerzo fue inútil. Te rendiste y tu tiempo llegó. Meses después de tu partida, supe de qué se trataba. ¡La habías dejado oculta en una de tus cajas! Tenía tus cuidados, trasnochas y atenciones. Podía oír la apacible respiración de tus recuerdos. La saqué y la puse en el lugar más visible de tu habitación. Entonces lo entendí: La guardaste antes de que la dolencia viniera por ti, para que al encontrarla no olvidara tu legado.

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