Diligencia bancaria


A William siempre lo atiende la misma cajera cuando va.

– Buenas tardes, ¿qué noticias tiene de mi hijo?

– No mijo, nada. La mamá del niño no ha escrito ni enviado fotos.

– De todas formas, le encargo cualquier cosa.

– Bueno señor.

El hombre hace la consignación y ella le firma el recibo.

– ¡Hasta el próximo mes!

– ¡Que esté bien, doña Rosa! – responde William mientras se dirige a la salida del banco.

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