La sangre se le concentra justo ahí. La besa y la acaricia con sus cálidas manos. Sube una pierna y sondea su intimidad. Varía sus movimientos, para no aburrirla, hasta que consigue escalar a su cumbre. Luego la abraza mientras aspira su aroma. Se descuelga y, cabizbajo, contempla su muerte. Ahora es una almohada manchada de blanco.
La sangre se le concentra justo ahí. La besa y la acaricia con sus cálidas manos. Sube una pierna y sondea su intimidad. Varía sus movimientos, para no aburrirla, hasta que consigue escalar a su cumbre. Luego la abraza mientras aspira su aroma. Se descuelga y, cabizbajo, contempla su muerte. Ahora es una almohada manchada de blanco.
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