Catalina solamente quería sus dos catetos. Él, un cuadrado. – ¿Por qué te acostaste con ella? – le reclamó a su amante mientras le enterraba el cuchillo en el vientre.
Para que pudieran ser libres, era menester despoblar toda la Tierra. Pero él no era un hombre de amores parciales. Le resultó más práctico, aunque doloroso, desterrarla a ella.
tú permaneces en la afección a mi familia en los amigos que transcienden en las virtudes de quienes me circundan de este mundo solitario y colmado de presencias