Al margen

Don Jairo repara ventiladores. Pedalea una bicicleta que arrastra un viejo carruaje a cuestas. Allí guarda todo: ropa, implementos de aseo, repuestos y herramientas. Al término de su jornada laboral, lo aparca a la salida del San Pedro Plaza, por la Avenida 26. Abre espacio, tiende el colchón, ingresa en él, amarra la abertura de la carpa con una cabuya y se acuesta. La gente pasa a su lado y, por alguna razón, no notan su presencia. Yo sí lo veo y él también me reconoce. Debe ser porque compartimos la misma misera.

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