Matías tenía un particular brillo en sus ojos. Descargó su morral en el sofá y con saltos cortos llegó hasta donde Luis, que se encontraba frente al computador.
– ¡Papi! – exclamó emocionado – ¡Por fin, semana de receso! ¡Podré levantarme tarde y jugar más tiempo en mi Xbox! ¿Pero sabes? ¡Quisiera tener varias semanas así, como tú!
Luis aprovechó el abrazo de su hijo para limpiarse una lágrima que le comenzaba a rodar por el rostro. Matías fue a la habitación.
Luis abrió su navegador web y digitó “elempleo.com”.
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