Singularidad


Me gusta hablar con mi tía de nuestro pasado cuando entro a su habitación en las tardes.

– Mientras su mamá trabajaba, nos hacíamos en la silla y lo mecía hasta que mijito se quedaba dormido.

Luego guarda silencio, como dibujando lo dicho en su mente, y su mirada se extravía.

– Tantos momentos bonitos – retoma – como cuando nos hacíamos en la silla y lo mecía hasta que mijito se quedaba dormido mientras su mamá trabajaba.

Y así, sucesivamente, le escucho pacientemente todas nuestras anécdotas hasta que el sol se debilita.

Comentarios