Danilo sospechaba que Lucrecia le era infiel. Le pidió al celador del condominio que, si quería dinero extra, le avisara tan pronto la viera entrar al apartamento con algún extraño. Willington, que así se llamaba el guarda, asentó con la cabeza, pero rechazó la oferta en su mente. Por una parte, no le gustaba meterse en asuntos personales ajenos. Por otra, y sobre todas las cosas, no podía delatarse a sí mismo.
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