Estela lloraba mientras el reloj marcaba la medianoche del primero de enero. En la radio sonaba El hijo ausente.
―¿Qué le pasa, hermana? ―preguntó Carmen.
―Extraño tanto a mi hijo en estas fechas especiales...
―¡Pero si está ahí en la sala! ―respondió Carmen mientras lo señalaba.
El joven reía frente a su celular, absorto en la pantalla y ajeno a todo lo que estaba a su alrededor.
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