Sales con ella a lugares atestados de gente. Le fertilizas el rostro de besos y la espalda de abrazos a la vista de todos. Tus cuentos y poemas la conmueven. En casa, presencias el cariño con que trata a tu familia y el gozo del sentimiento recíproco por parte de ellos. Hacen el amor sólo una vez por semana o incluso cada dos. Si sólo fuera deseo, no te haría falta su presencia en tus días de tribulación. Date cuenta que sus “te adoro” son coherentes con todo lo que hace por ti. ¿Y aun así la llamas “amante”?
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