Los Vargas habían contratado una ambulancia privada para Guillermina, que incluía llevarla y traerla a casa. La trasladaron a urgencias y, al caer la tarde, el paramédico telefoneó para saber si podía recogerla.
—No es necesario el servicio —respondió la acompañante al otro lado de la línea.
Fue un trayecto sólo de ida.
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