A término indefinido

Doña Ernestina se despierta a las 4:00 a.m. y luego de preparar la comida para ella y su hija toma un bus hacia el centro de la ciudad. Una nevera de icopor reposa en sus piernas. Camina sobre el asfalto ardiente ofreciendo bebidas a los manifestantes de una marcha. Se sienta en un andén para almorzar y en la tarde prosigue con su venta. Al finalizar, cuenta sus ganancias: COP$15.000 con los cuales se persigna. Llega a casa a las 7:00 p.m. Doña Ernestina habita en ese bucle. Para ella, siempre es primero de mayo.

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