Conversión III

 


Solía visitar los templos todos los domingos. Doblaba mis rodillas, comulgaba y en silencio hablaba con los dioses que en ellos habitaban. Pero con el pasar de mis años, y sustentado por el despertar de mi consciencia, descubrí que la presencia de una mujer era más influyente en todos los aspectos de mi vida. Así que mudé mis creencias religiosas: abandoné las deidades paganas y empecé a creer en mi madre como mi único Dios.

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