Un parque nuevo

Descubrí un parque nuevo últimamente. Es un placer columpiarme con su cabello espiralado. Cuando llueve, sólo basta correr a los arcos de sus cejas para refugiarme. Tiene como ojos dos lagos oscuros, cuyo fondo aún no toco, y una nariz suave es su rodadero. De sus pequeños labios germinan cerezas que los tiñen de rojo. Su armonía me enamora.

He estado visitando otro desde hace unos años, pero el dueño sospecha que estoy invadiendo su propiedad. Aunque lo adoro, anhelo un propio, sin cercas ni alambres de púas, para caminar libre por sus senderos.

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