Encuentro alivio a mis miserias cuando lo veo. Es agradable caminar entre sus labios llenos de rosas, dalias y orquídeas. Una pirámide es su nariz, como si el equilibrio del mundo respirara por ella. Sus ojos, dos ónices, tienen un albedo que envidiaría cualquier estrella. La firmeza y trazo de sus cejas, que sorprenden a los arquitectos, resguardan a todo ser desamparado. Y su cabello… ¿cuántas vidas albergará en sus tupidos rizos? Me balancearía gozoso por sus espirales oscuros. Es evidente que, antes de nacer, exigió a los dioses la armonía que lo adorna.
Encuentro alivio a mis miserias cuando lo veo. Es agradable caminar entre sus labios llenos de rosas, dalias y orquídeas. Una pirámide es su nariz, como si el equilibrio del mundo respirara por ella. Sus ojos, dos ónices, tienen un albedo que envidiaría cualquier estrella. La firmeza y trazo de sus cejas, que sorprenden a los arquitectos, resguardan a todo ser desamparado. Y su cabello… ¿cuántas vidas albergará en sus tupidos rizos? Me balancearía gozoso por sus espirales oscuros. Es evidente que, antes de nacer, exigió a los dioses la armonía que lo adorna.
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