EROSionado


Es el momento
en el que mis sentidos,
que alguna vez desearon ebullir
por toda la geografía de mi cuerpo,
se han petrificado: soy el témpano que habito.
Recorrí incontables trochas,
y en ellas hallé a algunas que inclinaron mi corazón.
Mas ¡qué complejo fue lo recíproco!
¡Qué difícil el danzar armónico de lo binario!
En días de sol extremo,
otras buscaron mi sombra,
pero, al no acogerlas mi árbol,
se cubrieron con hojas frescas
y marcharon lejos de mi bosque.
Moré en un mundo colmado de manos que,
jubilosas, se entrelazaron al vaivén del viento.
Un aire huracanado las elevó a lugares prístinos,
inalcanzables para mis ramas.
Algunas, astutas,
ocultaron con maña su afición material
y lograron despojarme de mi corteza.
Tanto acumularon que sus caparazones se agrietaron,
dejando al descubierto sus intestinos podridos.
Cerca del ocaso,
caminé la última trocha con una ajena.
Fuimos niños:
disfrazamos nuestro paisaje con hologramas
y con raíces carentes de sensación plena.
¿Cómo esperas que prosiga con este historial miserable?
¡Sabes que te anhelé, pero no te esperaré más!
Es tarde.
Ninguno de tus diamantes perforará mi roca.

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