Paz

Desactivó y activó los datos, así como el enrutador de la casa. Reinició el teléfono y luego de no encontrar respuesta a su inquietud, lo llevó a un técnico.

—Está todo bien, señor Mario José —le respondió. —Simplemente nadie le ha escrito.

La confirmación de lo que sospechaba le dio tranquilidad. Ni la de los postres, ni la de las fotos desnuda, ni la casada, ni la monosilábica, ni la que respondía días después, ni la quejumbrosa, ni la recién conocida que encausaba las conversaciones para pedirle dinero...

Ninguna. Todas se habían rendido.

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