Entrenamiento


Maryam se ajustó los cordones y pensó en sus dos hijos. El Paseo de San Antonio estaba a reventar y el frío, que le calaba los huesos, contrastaba con el ambiente festivo de los espectadores. Mantuvo un ritmo constante durante los primeros metros, pero fue distrayéndose con lo que la rodeaba: La Alamedilla, la Plaza Mayor, el Puente Romano sobre el Tormes, la Puerta de Zamora y otras joyas arquitectónicas que eran escasas en su país. Luego tendría tiempo para disfrutar de aquellos paisajes y volvió a concentrarse. Tres competidoras iban adelante. Rememoró su pasado y, retomando fuerza, las superó en el Paseo del Rollo.

Arrodillada sobre el asfalto, lloró copiosamente. Huir de los misiles en su natal Palestina le había servido para algo.

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