Los relojes desaparecieron de las muñecas de los atletas mientras recorrían los primeros metros del circuito A. Luego siguieron, uno a uno, las camisetas, los shorts, las zapatillas y los calcetines. Pieles de animales reemplazaron su ropa interior y un espeso barro se adhirió a sus cuerpos. El cabello y los vellos les crecieron hasta volverlos irreconocibles. Estupefactos, intentaron preguntarse por el extraño fenómeno, pero su comprensión mutua se redujo hasta balbuceos y gestos. En el último tramo, vieron la meta desvanecerse ante sus ojos. Oyeron trompetas y retumbos que les perturbaron los oídos. Al girar, notaron que una manada de mamuts los perseguía. Su instinto les permitió correr más rápido. Divisaron unas cuevas y se refugiaron en ellas. Así, por primera vez, todos ganaron la Cross Internacional de Atapuerca.
Los relojes desaparecieron de las muñecas de los atletas mientras recorrían los primeros metros del circuito A. Luego siguieron, uno a uno, las camisetas, los shorts, las zapatillas y los calcetines. Pieles de animales reemplazaron su ropa interior y un espeso barro se adhirió a sus cuerpos. El cabello y los vellos les crecieron hasta volverlos irreconocibles. Estupefactos, intentaron preguntarse por el extraño fenómeno, pero su comprensión mutua se redujo hasta balbuceos y gestos. En el último tramo, vieron la meta desvanecerse ante sus ojos. Oyeron trompetas y retumbos que les perturbaron los oídos. Al girar, notaron que una manada de mamuts los perseguía. Su instinto les permitió correr más rápido. Divisaron unas cuevas y se refugiaron en ellas. Así, por primera vez, todos ganaron la Cross Internacional de Atapuerca.
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