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Mostrando las entradas de agosto, 2019

La vulneración del prejuicio

Laura no pudo evitar que los recuerdos flotaran en su mente cuando notó que Valeria sería su nueva colega en la escuela de idiomas donde trabajaba. Tenía esta última una hermana llamada Sophia, quien había sido su estudiante en el primer semestre de 2018. Sus memorias se entremezclaban entre la felicidad, el coraje y la tristeza. Quiso taladrarla con la mirada, pero se escudó en su indiferencia y se limitó a ignorarla.  Rememoraba que la atracción había sido inmediata. A mediados de 2017, Laura había pasado por la separación con su pareja y hasta entonces no había consolidado una relación amorosa estable. Con 33 años, su rutina se resumía en orientar clases de inglés en un reconocido instituto de Neiva. En uno de sus muchos cursos asignados, conocería a Sophia, una chica de escasos 17 años y como muchas jovencitas quería comerse el mundo. Tenía un frondoso cabello castaño que semejaba el tronco de un vigoroso árbol y sus ojos endulzaban el día de quien la mirara, pues eran co

En absoluto absolutos

Portada A de "En Absoluto Absolutos" "En Absoluto Absolutos" es una recopilación de pensamientos propios sobre una variedad de temas. Algunos de ellos han cambiado, otros se han reforzado en mi mente. Estas reflexiones se escribieron entre el 6 de junio de 2017 y el 19 de abril de 2018. 06/06/2017  Hoy compré esta pequeña agenda para que mis letras descansaran en las albas páginas. Por lo menos es más fácil llenarlas que el vacío de mis espíritus.  07/06/2017  Algo ineludible en la vida del ser humano es la esclavitud. La libertad no existe, es una mera utopía. Siempre seremos esclavos de algo o de alguien.  08/06/2017  Definitivamente es muy difícil jugar a ser la moneda de oro en esta profesión. Es más complicado que en otras, pues se trata con seres humanos. Si Jesucristo no ha logrado agradar a todo el mundo, ¿qué se puede esperar de este simple mortal?  09/06/2017  Aunque hoy esté recorrie

Ausencias

Los árboles desnudos tiritan en el despiadado invierno, suspirando por el abrigo de las hojas y tristemente se desangran mientras recuerdan a los frutos que se desprendieron y besaron el suelo en el otoño. La soledad del bosque, la ausencia de los robles y los pinos debido a su conversión en madera para muebles y estatuas de los dioses. Aves desesperadas reposan en los nidos anhelando a la servil madre que las alimenta. El estómago de la ardilla gruñe porque ha olvidado la ubicación de su nuez. Yace el pargo atrapado en la constelación de la red e implora retornar al mar para salvar su vida. Yace la ballena encallada en la húmeda playa, moviendo inútilmente el pesado cuerpo mientras se le erosiona la piel. A lo lejos camina una perra, recién parida y desvaída, con los ojos inundados de líquido salino. ¿Serán gotas del mar o lágrimas causadas por el desarraigo de sus cachorros? Quizás el sol, en su perenne calentura desee la frescura de los polos. Quizás ellos, por su parte, dese

La carta X

Al entrar en su habitación, Wilson percibió el nauseabundo olor de la melancolía. Su macilento cuerpo se reflejaba vergonzosamente en el espejo de su armario y su holgada ropa hacía más triste su apariencia. Con la mirada baja, encendió el computador y se sentó en su vieja silla de cuero.  – Llegó la hora – pensó.  Este momento de su existencia se caracterizaba por la intensa dicotomía entre la cercanía y la distancia. Su pequeño hijo Emmanuel, con dos años de edad, se iría de su lado permanentemente. Wilson era maestro de idiomas y conocía las ventajas que le traería al niño vivir en el próspero País del Frío. Ana, la madre de su primogénito, lo había convencido de dejarlo partir con ella para que tuviese una mejor calidad de vida, educación y oportunidades laborales. Todo aquello era innegable. Pero a Wilson se le encogía el corazón. No volvería a ver a Emmanuel por mucho tiempo y eso significaba una profunda puñalada de tristeza. El brillo del ordenador le dio un poco de