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Mostrando las entradas de agosto, 2020

Felicia

Crédito imagen Ven Felicia,  entrelaza mi árida mano, te invito a marchar bajo la complacencia que dejan las huellas en la arena. Escuchemos la serenata de las aves, quienes ejecutando sus pentagramas alegres vibrar hacen nuestros oídos y danzar armónicamente las auras. Recorramos con ávidos ojos los sublimes enigmas de las letras, para que no exista vergüenza de vivir desnudos en la geografía de un poema. Contemplemos gozosos la curva excelsa de los labios ajenos, que como sufridos trofeos traen consigo vencidas penurias. Y embriagados en el cénit de la victoria, estalle el agradecimiento perpetuo, por las fibras unidas en este entramado caótico de energía. Dama inocua, Seamos un inolvidable “nosotros”, dejemos de legado al mundo un amor vencedor de toda miseria.

Venganza tóxica

Los cuerpos sudorosos de Pedro y María yacían ardientes sobre la cama. Él, acostado bocarriba, la observaba lujuriosamente mientras ella subía y descendía por su pene. Sus manos inquietas le contemplaban los senos, las nalgas y el contorno de su pequeña cintura. Ella le tocaba la barba y le introducía su índice y corazón en la boca. La noche era húmeda y una canción de bossa-nova adornaba el erotismo.  María se mordió los labios y bajó sus dedos hacía el clítoris. Lo masajeó de manera circular y con la otra mano estrujando su pezón derecho inundó de su flujo la figura de su amante. Él, al no poder contenerse ante la excitante visión, le taponó la vagina con la nieve de su esperma. La música se entremezcló con el concierto de intensos jadeos. Al terminar se miraron fijamente, se abrazaron y se fundieron en insondables besos. Apagaron el radio y no hablaron durante algunos minutos. Su silencio incómodo sólo era interrumpido por un insolente grillo.  – Supongo que debes irte – le dijo con

Devoción mariana

Devoción Mariana La primera vez que la vi estaba vestida de mar. Adornaba su figura un vestido azul celeste que le llegaba a las rodillas y calzaba botas negras. Conversaba jocosamente en Café y Letras con sus inseparables Miguel, Lizeth y Lorena. Éramos compañeros e iniciábamos, con la juventud en los poros, la licenciatura en inglés aquel 2002. Mariana se caracterizaba para entonces (y aún así lo creo a pesar de no tener contacto con ella) por ser muy virtuosa. Sus aportes a las clases no sólo eran numerosos sino significativos. Era también bastante osada. Estaba de acuerdo con lo que decía mas no con su tono y gestos sorberbios. Una de sus víctimas fue nuestro profesor Á.C. de didáctica general. Solía expresar que al escribir con mayúscula sostenida no era necesario colocar tildes. En una clase, Mariana, sin mediar palabra, tomó un marcador de su cartuchera, se levantó y dibujó el acento sobre una palabra que el docente había escrito en el tablero. – Hay que ponerla, profesor – le c

Depresión del 20

Crédito imagen En la escasez del aire  agonizan los enfermos, acompañados de soledad y gestos de impotencia. Llenos de bondad, médicos y enfermeras cubren sus cuerpos con limitadas prendas. El abrazo de las paredes desconfigura las mentes, liberando un hondo temor de desespero permanente. El dinero es incierto, la comida desaparece, el comerciante anhela a sus clientes, el estudiante a los docentes. Mas brilla en nuestra especie una esperanza fundada del creyente en su fe, del científico en su razón, del ciudadano en su altruismo. Es la resiliencia aquel enceguecedor destello que se expande como el universo  en este coyuntural cielo de miserias.