Crédito imagen Ven Felicia, entrelaza mi árida mano, te invito a marchar bajo la complacencia que dejan las huellas en la arena. Escuchemos la serenata de las aves, quienes ejecutando sus pentagramas alegres vibrar hacen nuestros oídos y danzar armónicamente las auras. Recorramos con ávidos ojos los sublimes enigmas de las letras, para que no exista vergüenza de vivir desnudos en la geografía de un poema. Contemplemos gozosos la curva excelsa de los labios ajenos, que como sufridos trofeos traen consigo vencidas penurias. Y embriagados en el cénit de la victoria, estalle el agradecimiento perpetuo, por las fibras unidas en este entramado caótico de energía. Dama inocua, Seamos un inolvidable “nosotros”, dejemos de legado al mundo un amor vencedor de toda miseria.
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