No ha ganado un hombre, ni ha ganado una mujer, ha ganado la esperanza. Han ganado las tristes, las subyugadas, las olvidadas, las maltratadas que con orgullo limpian sus lágrimas, abren sus ojos y se lavan el rostro, como depurando penurias, en sus luchas recompensadas. Han ganado los enarbolados de consciencia, quien con la sumatoria de sus resistencias han hecho hervir en los asfaltos la sangre de sus caídos, de sus injustamente condenados, de sus asesinados y desaparecidos. Han ganado los que estudian, los del espíritu crítico, los que creen en la educación como camino hacia el progreso. Han ganado los que enseñan, los que conciben en el acto de educar el mayor gesto de bondad de nuestra especie. Ha ganado nuestro suelo, nuestros bosques y selvas, siente Abya Yala sus derechos restablecidos en la justicia ambiental, en la férrea lucha contra las actividades que la desangran y debilitan. Comienza a sentirse su respiración pura, limpia. Se curvean, después de cinco siglos eternos, lo
Blog de historias cortas y poemas