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Mostrando las entradas de agosto, 2022

Viviente

Aquel tercer domingo de agosto Cristopher no se cambiaba por nadie. Despertó a sus padres, se vistió y desayunó. Desempolvó la cometa y se fueron a la finca. Hacía un brisa generosa que evitó la necesidad de correr para elevarla. Tanto así que el cáñamo no resistió. Con la vista empañada, Cristopher veía cómo se alejaba por el cielo. Lo que el niño no sabía era que la cometa respiraba. Al sentirse libre después de años de atadura e indiferencia, agradeció al viento y con su compañía flotó feliz hasta morir desintegrada por el sol. -- Crédito imagen

Vientos de agosto

Vanessa se horrorizó al contemplar la boca de Oscar. La pregunta era incómoda pero necesaria. – ¿Por qué te sangra y la tienes agrietada? En esta ocasión, Oscar aprovechó la coyuntura del mes. – Ya sabes, los vientos de agosto – contestó bajándole la mirada. Fue al baño, sacó un pañuelo del bolsillo y se secó la sangre. Almorzaron y hablaron por dos horas. Se despidió de ella y al llegar a casa se miró en el espejo. Lloró desconsolado mientras miraba el calendario. Ya eran cinco años sin lograr besarla. -- Crédito imagen