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Mostrando las entradas de noviembre, 2022

Desvestida

Acordamos no tener nada formal. Nos acostamos en cientos de camas durante seis meses. Cuando pensé que lo disfrutábamos, se quebró una noche de septiembre. – ¡Estoy mamada de esta mierda! – me dijo después de rociarle mi nieve por el cañón que dividía sus senos. Lloró y me invadió una extraña angustia. Me pidió que la escuchara. Luego de conocer sus miserias, temores y fracasos; me di cuenta, por primera vez, que estaba desnuda frente a mí. -- Crédito imagen

El negocio

Nunca lo había hecho porque hería mi ego, mi masculinidad. Siempre pensé que debía ganármelo por mis propios medios. Pero debo confesarles que terminé vencido por la amenaza de la soledad. Entramos en la habitación y ni siquiera nos miramos. No lo disfruté y al terminar un abismo se me expandió por el vientre. Le pagué y salí apresurado. Al poco tiempo me vibró el celular. Sabía que era ella: – ¡Oiga hijueputa, me metió dos billetes falsos! – Como sus besos – le contesté y la bloqueé. -- Crédito imagen

Empate técnico

Al llegar me recibe una multitud de caras largas. Las invade la apatía. Saludo. Contestan a secas, como por cumplir. – ¿Hasta qué horas vamos hoy? – Preguntan. – Hasta las ocho, como siempre. – Respondo con mi tono de voz más amable. Suspiran, enrollan sus ojos y clavan sus miradas en sus celulares. Comienzo pero parezco hablarle al viento. – No hables tanto, ponlos a hacer cosas – pienso mientras recuerdo a mi amiga. Hacen pero se copian. Me canso y me quito el disfraz. –¿Saben qué? ¡Ya se pueden largar! Me siento bien al poder ser yo. Abandono mientras me miran estupefactos. -- Crédito imagen