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Mostrando las entradas de junio, 2017

Incidente en Kijong-Dong

Crédito imagen Es consecuente pensar que durante una guerra las víctimas fallezcan a causa de disparos o misiles lanzados por el enemigo o cuando en el campo de batalla perecen los de un bando en particular sin haber sido hecho un solo disparo. Tal fue el caso del cabo Bryan Luck cuando recibió la que sería su próxima (y última) misión. La expresión de su rostro reflejaba la más intensa angustia mientras leía el informe de la que sería la operación más difícil, y hasta suicida, de su carrera en el ejército de los Estados Unidos ubicado en la zona desmilitarizada de Corea del Sur. Le costaba trabajo creer que de los 40.000 efectivos americanos en dicho territorio, fuese él y sus tres compañeros los elegidos para tan desesperanzadora misión. Pero órdenes eran órdenes y no existía cabida para la negación. Resultaba más sencillo atravesar el ‘puente del no retorno’ y unirse a las tropas norcoreanas que retar a sus superiores a no llevar a cabo el operativo. El cabo debía p

Carta a Ovidio

Ovidio ingresó apresuradamente a su estudio con la carta en la mano. Abrió la ventana exterior para que, por lo menos, el viento le acariciara el rostro. Sus manos temblaban mientras rasgaba el sobre que contenía lo que hacía cinco meses deseaba saber. Había dejado la puerta abierta y, para evitar ser interrumpido, se levantó y la aseguró. Sólo eran él y el enigmático escrito. Desenvolvió las dos hojas de papel como un adolescente noventero recibiendo de una chica la respuesta a una propuesta de amor. Montó sus negros lentes y se dispuso a viajar por la combinación de las letras con la ansiedad emanada de sus ojos: Montañas de Colombia, -- de -- de -- Querido padre: Sé que piensas en mí. Mi pensamiento hacia ti es también incesante. Ningún sol me ha sorprendido, en medio de este angustioso cautiverio, en que la silueta de tu imagen no se dibuje en mi mente. Quiero que estés tranquilo. Esta gente, salvo la salvaje actitud de su comportamiento, me ha tratado bien. Lo teng

Negocio sangriento

Hay ocasiones en las que el desempleo nos obliga a hacer cosas impensables, pues las necesidades básicas no dan espera, más cuando eres el padre soltero de un niño que necesita comer. Había sido despedido sin justa causa como profesor de inglés  y la indemnización recibida solventó algunos meses de subsistencia. Realmente estaba buscando trabajar en lo que fuese necesario, pues el dinero era urgente menester. Una tarde, mientras el sol se regaba plácidamente por las calles del barrio M* observé un anuncio que pendía del matadero municipal de Neiva, en el cual ofrecían un puesto como auxiliar. No lo dudé, apliqué y lo obtuve al cabo de una semana. Las labores eran bastante arduas y aunque el contacto con la carne de los animales era nuevo para mí, mi pequeño infante era el motivo principal que avivaba mi nueva vida laboral. Mi jefe se llamaba José Bacca. Era un señor serio, de pocas palabras y extremadamente exigente con la normatividad del matadero. El lugar había sido sancionado