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Mostrando las entradas de octubre, 2022

Téngale miedo a los vivos, no a los muertos

El señor Vergara pudo contemplar a Valeria en todo su esplendor cuando el velo abandonó sus ojos y se deshizo en el suelo. Descubrió, muy a pesar suyo, que ella era una mujer de máscaras y disfraces. Tanto, que el brillo de sus lentejuelas múltiples lo estaba dejando ciego. --  Crédito imagen

Desempleado

Luego de sus merecidas vacaciones, Poseidón descendió a su reino y lo encontró inerte. Afligido, ascendió al Olimpo y lloró copiosamente frente a Zeus. La sobrepesca, los residuos plásticos, la acidificación del agua y el cambio climático provocado por los dioses de la Tierra lo acabaron todo. Ya no tenía mares que administrar. -- Crédito imagen

El ruiseñor de Wilde

Supertiendas Olímpica estaba a reventar. Varios clientes con carritos atestados de provisiones alejaban al señor Vergara del punto de pago. Una hora después llegó a la cajera. – ¿Hizo toda esa fila para pagar un brownie? – dijo la chica sorprendida. – Es para mi novia. – ¡Pues debe quererla mucho! El señor Vergara no respondió. Al llegar a la casa de su querida Esmeralda, fue recibido por unos ojos desérticos. – ¡Te traje un brownie de chocolate, tu sabor favorito! – Gracias – le contestó con desgano mientras lo ponía en la mesa – pero lo siento, no me siento plena contigo. -- Crédito imagen

Interespecie

  Inicialmente me resistía a creerlo pero toda esta transformación física era apenas coherente con la vida que había vivido. Los cambios empezaron a notarse hace un mes. Una mañana desperté para ir a trabajar y al entrar al baño noté que un largo pelo se desprendía de la parte izquierda de mi rostro. Sin darle mayor importancia me lo quité con la rasuradora. Al sol siguiente tenía dos, uno a cada lado de mi cara. Otras características fueron manifestándose de igual manera. Mis ojos, tan oscuros como dos ópalos, se aclarecieron como un par de esmeraldas. Los escasos vellos que en mi piel tenía me fueron abandonando y dieron paso a un espeso pelaje negro. Para aquel entonces, ya no podía salir a la calle por temor a ser visto, discriminado o apedreado. Las rasuradas, que inicialmente fueron la solución, fueron inútiles luego. Gastaba mucho dinero en máquinas pero la abundancia del pelaje era abrumadora. Todo esto me condujo a un estado inicial de angustia que luego se fue transformando e