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Mostrando las entradas de diciembre, 2022

¿Para qué regalos?

Las últimas dos navidades de Hannah Lucía habían sido difíciles. Su padre Felipe, un reconocido arqueólogo de la región, había sido secuestrado por un grupo al margen de la ley. A pesar de que contaba con la compañía de Daniela, su mamá, la niña no había vuelto a celebrar el nacimiento de Jesús con esa pretérita alegría que la caracterizaba. Felipe era un gran profesional y trabajaba para la petrolera de la ciudad. Aquel desafortunado día, salió a un trabajo de campo cuando fue abordado por hombres armados que cercenaron su libertad. Algunos de sus colegas fueron liberados días después y narraron lo sucedido. Desde entonces, la línea de vida de Hannah Lucía no terminaba de tocar fondo. Desmejoró su desempeño en la escuela, se aisló de sus compañeros de clase y aseguró con llave el sótano de su dolor para que nadie, ni siquiera su madre, pudiese entrar. Se volvió apática y amargada. Daniela hacía cuanto podía para asfaltar el orificio de la ausencia. Compartían tiempo juntas, la complac

La base

Un joven interrumpe la clase. –Profesor, ¿alguna vez usted se ha enamorado? –Sí –¿Y cómo es eso? –Partiendo de la base de que todas son unas hijueputas. Los ojos de los presentes se expanden como galaxias. Una estudiante, visiblemente ofendida, se levanta. –¿Todas incluidas su mamá y la hermana que tiene, profesor? –Así es. Un silencio incómodo oscurece el salón. –Uno se enamora cuando demuestran que desean alejarse de su naturaleza.  Suena el timbre y los jóvenes salen como potros de Rivera. La jovencita devora al maestro con los ojos. -- Crédito imagen

Batalla exprés

Los bandos enemigos, ante la desgastante situación, habían acordado la tregua final de manera clandestina. – ¡Fuego! – Gritó el general. El otro oficial dio la misma orden simultáneamente. Ya estaba definido quiénes accionarían los gatillos. Los dos disparos viajaron por el firmamento y cumplieron su cometido. Los cuerpos de los generales yacían en el lodo con un orificio en sus cabezas. Los soldados se retiraron sin mediar palabra. La guerra había terminado. -- Crédito imagen

Perpetuación

La noche de mi funeral pude contemplarlo todo. Las agudas mostraban una elevada aflicción y las graves, cierta indiferencia. Los de exclamación se exaltaban cada vez que el cura mencionaba mi nombre y los de interrogación no paraban de cuestionar el porqué de mi inesperada partida. Las comas, acompañadas de los puntos, hicieron su respectiva pausa para honrar mi memoria. Cuando sentí que iba a ser desconectado, me despedí y me desvanecí con la ilusión de que su inmortalidad sería lo único que podría extender mi existencia. -- Crédito imagen

Renuncia irrevocable

Cuando Hestia descendió, contempló una multitud de hogares destrozados. Transcurridos pocos días, la diosa ascendió al Olimpo y decidió quedarse allí para siempre custodiando el fuego sagrado. La voluntad de los humanos resultó ser superior a sus poderes. -- Crédito imagen