Como liviana hoja danza el maestro en huracanados vientos de pudientes lujos y humildes penurias: Enseña en mesas de rústicas maderas y sobre aquellas de preciosas piedras; bebe aguapanela, come panes calentados, le ofrecen frescos jugos importados; sus manos se cubren de tiza como blanco guante, se abruma con tecnología de cambio constante; usa el módico y obsoleto diccionario e incluye novedoso software visionario; sus estudiantes visten harapos viejos, otros prendas que alegran los espejos; mora entre la protección de escoltas esbeltos y la multitud de conflictos no resueltos; labora en escuelitas de tristes bloques y en universidades con delicados retoques. Quedan de su vida camaleónica, llena de contrastes y contextos, todos sus motivos expuestos: El acto sublime de enseñar, su condición humana develada, el deseo ascendente de aprender.
Blog de historias cortas y poemas