Te quiero en la imposibilidad de entrelazar nuestras manos en la calle, en la restricción de los besos públicos y la soledad con que reposamos en las noches, en esa escasez de amaneceres en común y la inconveniencia de nuestros perfumes en las prendas, en la formalidad con que nos tratamos en medio de presencias ajenas, en lo efímero de lo escrito y la perpetuidad en la memoria de lo que decimos, en las pocas fotografías donde podemos ser y las muchas en que fingimos, en los minutos limitados y lo que ocultan nuestros regalos, en las nulas amistades y los lugares sombríos que nos iluminan, en la ausencia forzosa del otro cuando enfermamos, en los viajes cortos y la coherencia de nuestra versión ante el mundo. En todo eso, te quiero.
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