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Mostrando las entradas de marzo, 2022

Palabras trans

Sol y Luna no querían vivir más con los españoles. A Sol le hartaba el exigente trato masculino que le daban y a Luna el carácter romántico y blandengue que le otorgaban. Así que un día lo planearon todo y decidieron abandonarlos. En esa búsqueda de aprobación en otros pueblos del mundo experimentaron la misma situación con los franceses y portugueses. Finalmente, y luego de arduas experiencias, encontraron lo que tanto deseaban. Ahora viven felices con los alemanes, quienes aceptan la feminidad propia de la estrella que Sol es y la hombría de satélites como Luna. -- Crédito imagen

Orfandad

Pacho regalaba un muñeco cada vez que tenía una nueva ilusión. Esa ocasión, aprovechó el día de la mujer para tener una atención con quien le gustaba. Fue al almacén y compró la osita más linda y sonriente. Era rosada, de ojos negros y sostenía un corazón blanco en sus manos. La perfumó y la puso en la bolsa. Ella no la recibió. Pacho regresó a casa y resignado la metió en el baúl. – ¡Hola! – dijo un oso azul en medio de la penumbra – ¡Bienvenida a la sociedad de los peluches huérfanos! -- Crédito imagen

Todos son provida hasta que embarazan a la moza

Cuando Verónica descubrió la verdad sobre Alexander ya era demasiado tarde. Poco le afectó verlo abrazado de su esposa y de sus dos hijas en la catedral de la ciudad. Inhaló profundamente, emitió un leve quejido y tomó rumbo hacia la casa de sus padres. Se acostó y mirando al techo quiso olvidar lo que había acabado de ver. Lo quería tanto que sentía, por primera vez, que se estaba enamorando. Rememoró las salidas que habían hecho, los recorridos en bicicleta y la exquisita efusividad de su intimidad. Verónica sobrepuso aquellos instantes alegres y mitigó su dolor ante la evidencia de la traición. Alexander había iniciado a salir con ella hacía tres años. Era un hombre práctico, poco expresivo. Al salir de la misa, inventó una excusa superficial y se alejó de su familia para llamarla. La esposa le creyó que tenía una reunión urgente en el trabajo. Se despidió de sus hijas y condujo hasta la casa de Verónica. Fue una larga velada… Un mes después, Verónica extrañó la aparición de su mens

Impotable

A Danielito le fascinaba la leche achocolatada. Por eso aquella mañana en que de la llave del agua empezó a salir Chocolisto no se cambiaba por nadie. Esperó a que su mamá se ocupara y lo bebió sin medida a escondidas de ella. Aunque el sabor le parecía distinto del que usualmente le preparaban, lo disfrutó al máximo. Días después, Danielito tuvo náuseas, vómitos y un intenso dolor de estómago que lo condujo a la muerte. Hoy, su mamá no para de culparse y llora mientras el dinero pagado por el acueducto reposa en su mesita de noche. -- Crédito imagen

Día sin IVA

Carlos estaba feliz. Rompió el marranito, recogió las monedas y las cambió por billetes en el supermercado. Como sabía que podía comprar más de lo habitual, tomó varios kilos de azúcar, café, harina de maíz y barras de chocolate. Al acercarse a la caja, notó que algunos llevaban televisores, celulares y portátiles. – Son $100.000. ¿Desea colaborar con una donación? – dijo la cajera. – ¿Y la exención del impuesto? – respondió Carlos confuso. – No aplica para comida. Carlos se retiró, sacó productos e hizo cuentas de nuevo. Terminó llevando la misma miseria de siempre. -- Crédito imagen

Transformación

Aquel ocho de marzo los vendedores estaban confusos y decepcionados. Los ositos de peluche lucían cabizbajos, las rosas ennegrecidas por el ardiente sol, los chocolates derretidos y los girasoles marchitos. Pero a María José la invadía cierto aire de complacencia al contemplar la escena en los semáforos de la ciudad. Minutos más tarde, su rostro comenzó a llenársele de lágrimas. Algunas descendieron y humedecieron el lado morado de su pañoleta, otras el verde.  – Parece ser que están comenzando a entender – se dijo a sí misma.

Insomnio

A Yuri le habían recomendado la leche tibia para que tratara su insomnio. Así que aquella noche, le pidió a su novio que la ayudara. Lo llevó a la cocina y comenzaron a calentarla mientras se besaban. Luego él gimió, volteó los ojos y encogió los dedos de los pies mientras se la servía. Le derramó un poco sobre las mejillas pero logró que su novia bebiera una buena cantidad. Yuri sintió el cálido líquido descendiendo por su esófago. No le sirvió. El sueño no llegó y pasó la noche contando las gotas que se suicidaban en el techo. -- Crédito imagen