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Mostrando las entradas de diciembre, 2021

Aislado

Mis planes para ir a cine se arruinaron porque desde hace algunos días venía sintiéndome mal. Tenía fiebre, mi nivel de energía besaba el suelo y me azotaba una tos que no tenía la mínima intención de dejarme en paz. Ante la coyuntura de la pandemia, cancelé el plan y decidí guardar cuarentena. Mis colegas lamentaron lo sucedido puesto que realmente deseaba ver la cuarta entrega de Matrix. Me escribieron para desearme una pronta recuperación. Después de recibir el resultado de la EPS donde me confirmaron que tenía Covid-19, me sentí alarmado y preocupado. Tomé la decisión, naturalmente, de encerrarme en mi habitación inmediatamente. Me bañé y me senté frente al escritorio. Encendí mi portátil y escribí un cuento. Luego de terminarlo, me divertí con videos de Tiktok y les pregunté sobre la película. A algunos les gustó, a otros no tanto. Les dije que me dolía la cabeza y que necesitaba dormir. Apagué el celular y me acosté en la cama mirando el blanco techo. A pesar del encierro, me dom

Incoloro

Era al que más envidiaban porque les causaba hastío su brillo, pureza y pulcritud. Él, por su parte, estaba tan sumergido en su grandeza que olvidó cuidarse de la naturaleza ambigua de su nombre. Al ser descubierta, los demás colores aprovecharon tal debilidad para convertirlo en el blanco del exilio. Desde entonces, ningún arcoíris volvió a embellecer la bóveda celeste. -- Crédito imagen

Reencuentro con Mariana

Después de seis años volví a ver a Mariana. Tomé la decisión de escribirle luego de darme cuenta que había fisgoneado mi perfil de Facebook la madrugada de un lunes. Vi la notificación de un “me gusta” en uno de mis memes y supuse que sin intención reaccionó, pues desde hace algunos meses la había eliminado de mis contactos. – Me muero de ganas por verte – le escribí por el chat de Messenger. Me dejó en visto. El sábado en la tarde me contestó: – Te espero esta noche a las 7 en la esquina del parque P*, cerca de mi casa. También la dejé en visto, como queriendo (estúpidamente) mantener el suspenso hasta última hora. Afortunadamente no tenía planes para ese fin de semana. El parque P* estaba bellamente decorado para la temporada decembrina, en especial el CAI de la Policía. Eran las 7:10 p.m. y no había rastro de ella. Consideré que había sido descortés de mi parte no haberle respondido a su solicitud o que quizás no había podido escaparse. Llegué a la conclusión que no vendría. En el

Pac-man

Ingreso con cuidado al Éxito. Miro para todos lados y me aseguro de que no estén cerca. Pero es inútil. Una de ellos, la anaranjada, me toma desprevenido porque sale sorpresivamente detrás de un maniquí. Nada que hacer, me hace perder una de las tres vidas que tengo. – Buenas tardes señor, ¿le gustaría adquirir la tarjeta Tuya? – No señora, muchas gracias – le contesto tranquila pero resignadamente. Me dirijo a la sección de hogar, busco un juego de sábanas y encuentro uno verde que me agrada. Seguidamente, tomo dos camisillas que regalaré a mi papá de Navidad. – Buenas tardes, ¿ya le ofrecieron la tarjeta Tuya? ¡Tiene innumerables beneficios! Sólo necesito su cé… – me dice la de color rosa. – ¡No, no estoy interesado! – le interrumpo. Se me va la segunda vida. Debo ser más cuidadoso, sólo me queda una. Con el ánimo de salvarme, me trago la bola de poder y ahora soy yo quien los busca. Los ubico, están azules del susto, pero no me los como, los esquivo. Pocos minutos después, el efecto

Piedras

Doña Eloísa invitó a sus vecinos a rezar la novena de Aguinaldos porque había preparado unos buñuelos. Fueron doña Ermilda, doña Estela y Eduardo, un estudiante universitario. Terminados los cantos y rezos, la señora los repartió. - ¡Qué sabrosos! - exclamó doña Ermilda - ¿Los preparó usted, doña Eloísa? La anfitriona sonrió y movió la cabeza de arriba hacia abajo. - ¡Tiene que darme la receta! - complementó doña Estela. Eduardo, que por poco se parte los dientes al morderlos, no sabía si a la visita la invadía la hipocresía o si todo era un acto intencional. - ¿Y a usted qué tal le parecieron, mijo? - preguntó doña Eloísa. - Muy útiles, ya que una nueva jornada de protestas se acerca - replicó el joven. -- Crédito imagen

Héctor Raúl

En el examen final, Héctor Raúl se sintió insatisfecho con su labor pedagógica. Por años consideró que el absoluto silencio, el trato recio y la obediencia ciega fueron sus estrategias más efectivas pero últimamente le preocupaba el hecho de que sus estudiantes no habían sido expresivos con él. Durante las celebraciones del Día del Maestro, no recibía ningún detalle o mensaje de felicitación. Así que a manera de contrición, en su último suspiro aceptó lo que por años se resistió a creer: nunca fue respeto sino temor. Cerró los ojos y se llevó su nueva verdad a lo desconocido. -- Crédito imagen

Infiel

En la víspera del natalicio del maestro Jesús, Andrés tomó unos cuernos de juguete y los hizo reposar sobre la cabeza de Daniela, su adinerada novia. –  ¿Quieres que esta noche sea tu reno para que te haga volar cerca de las estrellas?  –  le preguntó sugestivamente la mujer mientras se mordía sus labios y le acariciaba la barba. –  ¡Lo de las estrellas es nuevo; pero lo der mi reno, no!  –  le contestó sonriendo  –  Feliz Navidad, mi amor. -- Crédito imagen

Explosiones decembrinas

Es inevitable dejar de recordarlo. Cada vez que se aproximan las fiestas de Navidad y Año Nuevo me perturban en la mente las remembranzas de un pasado agridulce, como un retazo de tela con colores alegres pero también con manchas tristes de mi existencia. Desde que sucedió lo que les voy a narrar mi respeto hacia la pólvora es extremo. Como casi todo, a ella se le podría comparar con un cuchillo: con él se puede hacer el bien tajando un tomate, o el mal apuñalando a alguien. Los explosivos ofrecen una excitación a los ojos pero son como una persona gruñona que si se trata inadecuadamente puede convertirse en tu peor enemiga. Por otro lado, es indudable que los recuerdos de la infancia parecen marcar nuestras vidas para siempre. Muchos de nuestros temores, limitaciones y ansiedades se derivan de experiencias vividas en nuestra tierna niñez. La mía fue normal, no pertenecí a la generación de los celulares, por lo tanto deambulábamos gozosos en las polvorientas calles de Las Granjas con

Infierno

– ¡Voy a bañarme para luego meterme al infierno ese de cocina a hacerles de jartar! – exclamó malhumorada la esposa. El esposo, que reposaba en el sillón de la sala viendo la Fórmula 1, le replicó: – Ya le he dicho que hay que hacer claraboyas en la pared para que le circule aire. – ¡Usted nunca entiende nada! – contestó la mujer cerrando fuertemente la puerta del baño. -- Crédito imagen

Simplemente soledad

“Eres el sol, bombillo eterno de sombríos planetas. Eres la luna, imán que aviva las tranquilas mareas. Eres la Tierra, pares y esparces alegre la vida. Eres la humanidad, monarca orgullosa del reino de la razón. Eres ese barco surcando en vastos océanos para llevar progreso a las pueblos del mundo. Eres ese camello que reta al fuego del inmenso desierto, y diriges al forastero al marcado destino”. Así dice la gente que soy: Único, especial, útil y necesario. Pero me aflijo, pues anhelo otros soles, otras lunas, otras Tierras, otras humanidades, otros barcos, otros camellos. Luego corrijo fraternamente: “No, no soy nada de eso, soy simplemente soledad”. -- Crédito imagen

Esperándote

El sol se ocultó en la montaña y tú no llegaste. Deseaba que besaras mi piel y refrescaras mis áridos labios. ¿Estás molesta? Sé que te he menospreciado en mis días triviales pero hoy que no viniste, anhelaba sentirte. Debo dormir, no puedo esperarte más. Cerraré tu llave oxidada e iré a la cama con la detestable compañía de mi suciedad. -- Crédito imagen

Jessica

Um dia inocente, daqueles em que se carece de intenção, te encontro em um deserto de aprendizes mascarados. Assim como o planeta brinca com a lua, conjugam-se fortemente as nossas órbitas. Transcendes minhas qualidades pedagógicas e me transfiguras em um dos teus discípulos. Todo ensinamento emanado da tua boca dança alegremente na minha cabeça: a essência da língua portuguesa, a natureza mágica da tua terra e todos os elogios que se espalham nos paraísos micológicos. Mas sei que este sentimento é uma ilha no meio de um oceano mortuário. Tento deixar a costa hostil para nadar os quatro mil quilômetros que zombam das minhas frescas intenções. Me afogo. Não há melodia no meu violão que alcance os teus ouvidos, nem braços que fertilizem as tuas costas, nem lábios que plantem cerejeiras nos teus. Restam, funguinho, a maneira de melancólico consolo, na perpetuidade da minha memória, o teu legado limpo e esse desejo ardente que o teu coração faça palpitar todas as florestas.

Jaqueado

La situación llegó al punto de las consecuencias desastrosas para el profesor Wilmar Buenaventura. Jáquer, que para entonces no tenía género, cumplió la promesa de exponerlo al escarnio de docentes y estudiantes de la Universidad del Sur (UNISUR), lugar donde trabajaba. Desde 2012, el docente era víctima de difamación por parte de alguien que había vulnerado la seguridad de su correo electrónico y tomado sin permiso una serie de fotos íntimas que allí conservaba. Poco pudo hacer aquella tarde de mayo de 2015 cuando recibió una copia de aquellas imágenes, en las que aparecía desnudo, junto a un mensaje donde se afirmaba que era un morboso pidiendo favores sexuales a cambio de beneficios académicos para las estudiantes de la licenciatura. Su preocupación fue superlativa cuando notó que aquel correo, aquella ‘estocada final’ como luego la llamó, se tenía copia a todos sus colegas del pregrado, incluidos Leónidas Herrero, jefe de programa y Nadia Gutiérrez, decana de la facultad. Wilmar Bu